Hoy Jueves, os queremos dejar un artículo escrito por Julia Irene Gutiérrez Ivars, licenciada en Psicología por la Universidad Autónoma de Madrid, y que cuenta con el Máster Oficial en Neuropsicología de la Universidad de Salamanca. Actualmente, desempeña su labor como psicóloga clínica.
Queríamos agradecer a Julia su colaboración en el blog e invitaros a leer este interesante artículo. Muchas gracias Julia por tu colaboración!
Al igual que Julia, os queríamos invitar al resto de profesionales que trabajáis en el campo de la neurorrehabilitación a compartir vuestras experiencias y artículos para poder crear un espacio abierto, de intercambio de experiencias y de promoción de la neurorrehabilitación desde todas las disciplinas. Animáos a participar, os esperamos!
Y sin más, aquí os dejamos este interesante artículo:
Alteraciones cognitivas y funcionales a largo plazo por la Hemorragia Subaracnoidea
Los accidentes cerebrovasculares hemorrágicos son producto de una extravasación de sangre en el interior de encéfalo, debido a la ruptura de un vaso sanguíneo.
Hablamos de hemorragia subaracnoidea cuando la extravasación de sangre se produce entre la aracnoides (membrana delgada de tejido conectivo fibroso ubicada por debajo de la duramadre) y la pía madre, este fino espacio entre ambas capas se denomina espacio subaracnoideo.
Su incidencia es de 2 a 22 casos, según la población estudiada, por cada 100.000 habitantes. Lo que supone el 9% del total de accidentes cerebro-vasculares.
Pese a ser una cifra pequeña es trascendental, ya que reduce 27% la cantidad de vida productiva en la población activa total (Tsutsumi, Ueki, Morita y Kirino, 2000). Este impacto se debe a que afecta a personas jóvenes, la media de edad de los pacientes es de las más baja dentro de los accidentes cerebrovasculares, en torno a los 55 años (Tsutsumi, et al. 2000). Además, presenta una elevada tasa de mortalidad, el 45% de los casos no sobrevive (Cardentey-Pereda y Pérez-Falero, 2002). Y dentro del grupo que si lo hace, del 20–30% padecen secuelas neurológicas altamente discapacitantes.
La etiología más frecuente son los traumatismos y aneurismas, que dañan venas o arterias del espacio subaracnoideo produciendo el sangrado.
En la fase aguda el síntoma principal es una cefalea súbita, además puede haber manifestaciones psíquicas como depresión, apatía o delirios.
Hay una buena documentación sobre el tratamiento, las consecuencias y complicaciones en esta fase, pero ahora nos centraremos sobre las secuelas crónicas a nivel cognitivo o funcional, sobre las que existen pocos estudios. Y es en este punto donde la figura del neuropsicólogo, fisioterapeuta, logopeda o terapeuta ocupacional cobra una especial relevancia.
La prevalencia de los daños es heterogénea entre los diferentes dominios cognitivos analizados y el porcentaje en cada uno de ellos conlleva rangos muy amplios (como muestra la tabla).
Una de las fuentes de dicho error es que en ocasiones las evaluaciones se realizan de manera unitaria, otra causa es la falta de control del tiempo que ha trascurrido desde que se produjo el daño hasta la administración de la prueba, error que por otro lado demuestra que existe una mejoría a lo largo del tiempo. De hecho, al comparar la severidad del deterioro cognitivo con otras hemorragias intracraneales, la afectación inicial es similar, pero el pronóstico de mejora es mayor en la HSA, debido a la menor edad media de presentación. Por ello, resulta especialmente importante el planteamiento de una buena rehabilitación.
Aunque el curso temporal de la recuperación cognitiva entre los diferentes dominios es muy variable, destaca la rapidez en la memoria verbal y el lenguaje (encajando con mayores rangos de los datos en cuanto a porcentaje de daño de la tabla 1) que se rescatan en un periodo aproximado de 3 meses, la capacidad de inhibición requiere de un año, atención y flexibilidad cognitiva necesitan periodos superiores al año, y la CV precisa de más de 5 años para su recuperación.
En gran parte de la literatura sostiene que un factor determinante para la recuperación de las capacidades cognitivas y funcionales es el estado de la psicomotricidad. Para la recuperación del lenguaje se indica como buen predictor el estado del mismo en las fases agudas de la hemorragia.
Los resultados de Sheldon y colaboradores (2012) sugieren que los déficits en memoria después de la HSA son producto de daños en componentes ejecutivos, al obtener resultados peores de memoria con pruebas que requieren de funciones ejecutivas. Lo que informa de una posible línea de rehabilitación de la memoria, reduciendo al mínimo las exigencias de las funciones ejecutivas en las tareas de los afectados.
El regreso a la vida laboral no es posible en la mayoría de los casos, aunque se ha logrado aumentar la tasa de reinserción gracias a reducciones de la jornada o en la responsabilidad de los trabajos, en relación a la situación previa al accidente.
Las deficiencias en las Actividades de la Vida Diaria (AVD) y Actividades Instrumentales de la Vida Diaria (AIVD) son notorias, pero existe una subestimación de la prevalencia real debido a que las medidas son principalmente por auto-informe.
Las deficiencias en el rendimiento cognitivo y funcional se complican aún más por los problemas de depresión, ansiedad, fatiga y sueño, destacando la compleja interrelación entre todos ellos junto con los diferentes déficits y las exigencias diarias de cada paciente.
Además, los datos de ansiedad (entendida como un estado de hiperalerta), los fenómenos de pensamientos invasivos, las conductas de evitación y el miedo a la repetición del evento (consecuencias habituales de esta patología), perfilan una vulnerabilidad para sufrir el Trastorno de Estrés Pos-Traumático (TEPT) en pacientes que han sufrido HSA, siendo una cuestión que requiere especial atención para ser evitada.
Todos estos datos nos perfilan la estela por la cual debemos diseñar la rehabilitación en este caso de daños, haciéndose patente la relevancia de un trabajo multidisciplinar y en estrecha colaboración con el afectado y su círculo cercano.
Autora del artículo: Julia Irene Gutiérrez Ivars. Neuropsicóloga.
Referencias Bibliográficas:
Cardentey-Pereda, A. L. y Pérez-Falero, R. A. (2002). Hemorragia subaracnoidea.
Sheldon, S., Macdonald, R. L., y Schweizer, T. A. (2012). Free recall memory performance after aneurysmal subarachnoid hemorrhage. Journal of the International Neuropsychological Society, 18, 334-342.
Tsutsumi, K., Ueki, K., Morita, A., Kirino, T. (2000). Risk of rupture from incidental cerebral aneurysms. Neurosurg, 93, 550-3.