Ya hablamos en una entrada anterior de un punto cuyos resultados a veces sorprendían por facilitar la flexión dorsal con eversión en pacientes afectados de daño neurológico.
Cuando hablamos de «mágico» nos referimos a algo que puede ser interesante probar porque en ocasiones puede sorprender la facilidad para obtener resultados al aplicarlos, aunque otra veces no. Si este primer punto se situaba cuatro dedos por encima de la vertiente anterior del maleolo externo, el segundo punto que os presentamos se haya en la parte interna del pie, exactamente debajo del escafoides.
Y, ¿para qué nos puede ayudar? Principalmente para manejar el componente de inversión o varo del pie equino-varo. Mientras el equinismo lo provoca principalmente el tríceps sural, la inversión o varo la causan ambos tibiales, el anterior y el posterior.
El punto del que hablamos hoy corresponde a la inserción del tibial posterior en el escafoides. El tibial posterior es el músculo más prfundo del compartimento posterior de la pierna. Se encuantra aún más profundo al psóleo por lo que acceder manualmente a su vientre muscular para relajarlo es muy difícil.
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Una de las principales funciones del músculo tibial posterior es sostener el arco interno del pie impidiendo su hundimiento favoreciendo la amortiguación de la planta del pie al caminar o saltar.
Fisiología articular. Kapandji
En el marco del pie neurológico, con frecuencia la hipertonía del tibial posterior, provoca una inversión en el pie que limita el giro natural de la articulación subastragalina a valgo en la fase de apoyo de la marcha. Esta hipertonía obliga al paciente a apoyar solamente el borde externo el pie y provoca inestabilidad en esta fase de apoyo. Con frecuencia puede observarse que la cabeza del primer metatarsiano no apoya en el suelo, no ya sólo en la marcha, sino con el paciente sentado.
La inserción del tibial posterior en la planta del pie normalmente se muestra en los libros de anatomía mucho más simplificada de lo que es en realidad que es como la plasma Kapandji. Puede apreciarse como desde la parte interna del pie, un tendón (en este caso pintado de morado) acaba dividiéndose en varios tendoncillos para tomar asiento en la mayor parte de los huesos pequeños del pie.
Fisiología articular. Kapandji
Lo importante es apreciar que aún así, la mayor inserción se produce en la cara inferointerna del escafoides, y este es el punto que nos interesa porque podemos provocar una relajación refleja del músculo tibial posterior ejerciendo una presión mantenida en este punto. ¿Cuánto tiempo? Entre 30 y 60 segundos, para después observar la respuesta del pie.
Aún recuerdo una de las primeras veces que apliqué esta técnica aprendida en el curso de cadenas musculares y articulares GDS a un paciente neurológico. Fue hace bastantes años en el curso Básico de Bobath a una de la pacientes voluntarias que acuden a ser tratadas por alumnos al curso. Recuerdo que la paciente estaba sentada con un pie perfectamente apoyado y el otro, a pesar de que la alineación de cadera y rodilla era la adecuada, estaba girado hacia fuera, y no apoyaba el primer dedo ni la cabeza del primer meta. Después de unos segundos de presionar el punto, la musculatura empezó a soltarse y el pie fue cayendo, dejándose girar hacia dentro sin hacer nada hasta que apoyó de una forma bastante similar al otro pie. Tanto mi compañera del curso como la paciente y yo nos sorprendimos de lo fácil que resultó.
Como me ha ocurrido otras veces, he intentado hacer lo mismo con otros pacientes y no siempre responden con la misma facilidad a esta técnica, aún así, siempre que tengo entre manos un pie equino-varo dedico unos segundos a relajar el tibial posterior desde su inserción en el escafoides. ¿Tú también lo haces? Si no es así, te invito a que pruebes y nos comentes cómo te ha funcionado.
Autora: Beatriz Tierno Tierno. E-mail: beatriztiernotierno@gmail.com