Pedir ayuda, ¿cuánto cuesta?

Desde mi labor de terapeuta ocupacional, siempre tengo como objetivo en mi mente que el individuo alcance el máximo grado de autonomía en sus quehaceres cotidianos (AVD) y también en su toma de decisiones. A veces me encuentro con personas que infrautilizan sus capacidades y prefieren que el cuidador o familiar les facilite sus actividades. Aquí podríamos hablar de familias  o cuidadores sobreprotectores o de cómo el estado de ánimo hace que una persona se perciba con muchos menos recursos de los que en realidad posee. Pero no es esa mi intención en este momento.
En este artículo me gustaría hablar de las personas que hacen justo al revés, tratan de esforzarse al máximo poniendo a prueba sus capacidades pero a veces también poniéndose en riesgo, o dejan de hacer cosas que les gustan con tal de no pedir ayuda. Aquí también podríamos hablar de sobrecarga del cuidador o de frontalización en el caso de lesiones neurológicas en el lóbulo prefrontal, pero tampoco es lo que pretendo.
Hoy me gustaría hablar de cómo podemos ayudar a que el otro se deje ayudar; parece un trabalenguas. Cuando un paciente me cuenta que no le dice a su familiar que le traiga un vaso de agua de la cocina por no molestar y que prefiere no tomárselo aunque tenga sed porque se encuentra cansado para levantarse, yo le invito a reflexionar. Si fuera tu familiar quien tiene sed, ¿preferirías que te lo dijera o que se callase?
A veces nos cuesta dejarnos ayudar, pero con frecuencia disfrutamos ayudando. Hay personas que dicen que les encanta regalar pero no que les hagan regalos. Eso no es generosidad, todo lo contrario, estás privando al otro de que sea feliz regalándote.
“Dejarse ayudar es un acto de generosidad”. Esta frase estuvo colgada durante mucho tiempo en una de las salas donde trabajaba. La colgué yo. A los pacientes les chocaba pero acababan entendiéndola.
Hace unos meses encontré un fantástico artículo de Miriam Subirana en El País semanal y quiero compartiros las frases más significativas que encontré en él:
“Pedir no es signo de debilidad, los demás no tienen que adivinar lo que necesitamos”.
“Pedir es un acto de humildad, es reconocer nuestra fragilidad y no sentirnos mal por ello”.
“Solicitar apoyo de alguien significa decirle lo importante que es para nosotros”.
Y tú, ¿pides ayuda con claridad cuando la necesitas o te resistes? ¿Invitas a tus pacientes a que expresen amable y específicamente de qué forma quieren ser ayudados? ¿Cuántos malentendidos y frustraciones se evitarían si nos dejásemos ayudar? ¿Cómo te sientes cuando pides ayuda? ¿Y cuándo ayudas? ¿Y cuándo te gustaría ser ayudado pero no lo dices?
Te propongo tener presentes todas estas frases que están en negrita y entrecomilladas durante una semana, o elegir la que te parezca más importante, y tomar conciencia de cómo ayudas y te dejas ayudar. Como siempre, puedes compartir tu experiencia y todos nos enriqueceremos.
Autora del artículo: Beatriz Tierno Tierno. Fisioterapeuta y Terapeuta Ocupacional.
E-mail: beatriztiernotierno@gmail.com
Fuente imagen: http://mimundoesmuriel.blogspot.com.es/2013/05/help-operacion-urocultivo.html